Festival de Cannes 2012: ovación para el cine nacional
"Infancia clandestina" de Benjamín Ávila conmovió a los espectadores mientras que "Los salvajes" del mendocino Alejandro Fadel obtuvo notables reseñas.
El domingo fue el primero de los más importantes días para el cine argentino en el festival, ya que exhibieron en “La quincena de realizadores” el film de Benjamín Avila “Infancia clandestina”, con Natalia Oreiro y Ernesto Alterio, y tuvo lugar el cóctel organizado por el Incaa, en el stand que presenta en el Marché du Film.
También se vio en funciones especiales “Villegas”, de Gonzalo Tobal, la historia del reencuentro de dos primos en camino al entierro de su abuelo, de regreso al pueblo de su infancia de la ciudad, personajes encarnados por Esteban Bigliardi y Esteban Lamothe.
Según los primeros apuntes publicados, “Una infancia clandestina” , la historia de una familia que se enfrenta a la dictadura en la década de los 70, causó conmoción en su estreno. El film, que según su director está basada en su propia historia y en una catarsis sobre la vivencias de su familia, hizo que muchos de los presentes desbordaran lágrimas por la delicadeza y el humor que presenta.
La obra trata de la vida cotidiana de una familia que debe vivir bajo una falsa identidad en Buenos Aires, luego de pasar 12 años exiliado en Cuba, mientras preparan acciones militares contra el régimen. El miedo se mezcla con el amor y el humor.
El director indicó a los medios que si bien la película “no es estrictamente autobiográfica”, se intentó que “la historia hablara por sí sola".
El film, protagonizado por Natalia Oreiro, Oscar Troncoso, Ernesto Alterio y Cristina Banegas, tiene escenas fuertes. Según diversos cinéfilos citados en medios locales argentinos, la más fuerte es la del enfrentamiento entre la madre de Juan (Oreiro, y su abuela (Cristina Banegas), quien presa de miedo por el riesgo que corren todos les pide que le dejen a sus nietos y se vayan de Argentina.
Una espectadora en llanto preguntó a Benjamín Ávila, tras la proyección, si no consideraba que la generación de sus padres había sacrificado a sus niños por sus ideales revolucionarios. "La vida no es blanco y negro, es más complicada. Hay que aprender a verla de manera más justa. Lo más importante es saber que los sacrificios hechos en esas revoluciones que no triunfaron nos demuestran que las ideas no se matan, que sobreviven a pesar de todo", declaró el realizador, también conmocionado.
Tanto Ávila, que confiesa varias veces durante el rodaje se puso a llorar, como Oreiro, que reconoce este historia la forzó a reflexionar que fue lo que ocurrió en su propio país durante la dictadura, ya que la acción del filme ocurre cuando ella tenía dos años. Para Oreiro, ser parte del proyecto fue “una experiencia muy movilizadora”, y agrega que “es la historia de una familia que vivía con muchísimo miedo, pero al mismo tiempo seguía necesitando de la alegría, de la fiesta y del amor, porque en definitiva lo que estaban haciendo era para más de eso, un futuro mejor para Juan, que es el protagonista, el que cuenta la historia”, dice.
Es pertinente aclarar que Benjamín Ávila es hijo de madre desaparecida, secuestrada con un niño que por largo tiempo fue buscado por Abuelas del Plaza de Mayo hasta su final recuperación; el último compañero de su madre, un alto jefe de Montoneros, cayó abatido hacia finales de esa misma década. Hace cuatro años, con Marcelo Müller, Ávila salió a pelear una ficción que primero fue recompensada en el Festival de la Habana con un Coral a guión inédito y en su búsqueda de respaldo encontró nada menos que Luis Puenzo, que convirtió a su productora en socia del proyecto.
Una quincena muy latina
En la selección de la quincena destaquemos este año una fuerte presencia latinomericana: el uruguayo Pablo Stoll, con “Tres”; la mexicana Yulen Olaizola con “Fogo”; el colombiano William Vega con “La sirga”; el chileno Pablo Larrain con “No”, el español Jaime Rosales con “Sueño y silencio” y como corolario, la obra última y póstuma del recién fallecido cineasta chileno Raúl Ruiz, “La noche de enfrente”.
También se vio en funciones especiales “Villegas”, de Gonzalo Tobal, la historia del reencuentro de dos primos en camino al entierro de su abuelo, de regreso al pueblo de su infancia de la ciudad, personajes encarnados por Esteban Bigliardi y Esteban Lamothe.
Según los primeros apuntes publicados, “Una infancia clandestina” , la historia de una familia que se enfrenta a la dictadura en la década de los 70, causó conmoción en su estreno. El film, que según su director está basada en su propia historia y en una catarsis sobre la vivencias de su familia, hizo que muchos de los presentes desbordaran lágrimas por la delicadeza y el humor que presenta.
La obra trata de la vida cotidiana de una familia que debe vivir bajo una falsa identidad en Buenos Aires, luego de pasar 12 años exiliado en Cuba, mientras preparan acciones militares contra el régimen. El miedo se mezcla con el amor y el humor.
El director indicó a los medios que si bien la película “no es estrictamente autobiográfica”, se intentó que “la historia hablara por sí sola".
El film, protagonizado por Natalia Oreiro, Oscar Troncoso, Ernesto Alterio y Cristina Banegas, tiene escenas fuertes. Según diversos cinéfilos citados en medios locales argentinos, la más fuerte es la del enfrentamiento entre la madre de Juan (Oreiro, y su abuela (Cristina Banegas), quien presa de miedo por el riesgo que corren todos les pide que le dejen a sus nietos y se vayan de Argentina.
Una espectadora en llanto preguntó a Benjamín Ávila, tras la proyección, si no consideraba que la generación de sus padres había sacrificado a sus niños por sus ideales revolucionarios. "La vida no es blanco y negro, es más complicada. Hay que aprender a verla de manera más justa. Lo más importante es saber que los sacrificios hechos en esas revoluciones que no triunfaron nos demuestran que las ideas no se matan, que sobreviven a pesar de todo", declaró el realizador, también conmocionado.
Tanto Ávila, que confiesa varias veces durante el rodaje se puso a llorar, como Oreiro, que reconoce este historia la forzó a reflexionar que fue lo que ocurrió en su propio país durante la dictadura, ya que la acción del filme ocurre cuando ella tenía dos años. Para Oreiro, ser parte del proyecto fue “una experiencia muy movilizadora”, y agrega que “es la historia de una familia que vivía con muchísimo miedo, pero al mismo tiempo seguía necesitando de la alegría, de la fiesta y del amor, porque en definitiva lo que estaban haciendo era para más de eso, un futuro mejor para Juan, que es el protagonista, el que cuenta la historia”, dice.
Es pertinente aclarar que Benjamín Ávila es hijo de madre desaparecida, secuestrada con un niño que por largo tiempo fue buscado por Abuelas del Plaza de Mayo hasta su final recuperación; el último compañero de su madre, un alto jefe de Montoneros, cayó abatido hacia finales de esa misma década. Hace cuatro años, con Marcelo Müller, Ávila salió a pelear una ficción que primero fue recompensada en el Festival de la Habana con un Coral a guión inédito y en su búsqueda de respaldo encontró nada menos que Luis Puenzo, que convirtió a su productora en socia del proyecto.
Una quincena muy latina
En la selección de la quincena destaquemos este año una fuerte presencia latinomericana: el uruguayo Pablo Stoll, con “Tres”; la mexicana Yulen Olaizola con “Fogo”; el colombiano William Vega con “La sirga”; el chileno Pablo Larrain con “No”, el español Jaime Rosales con “Sueño y silencio” y como corolario, la obra última y póstuma del recién fallecido cineasta chileno Raúl Ruiz, “La noche de enfrente”.